El hombre en su afán de ahondar el mundo en que habitamos, ha podido llegar tan lejos que actualmente asciende y desciende según su antojo, abriendo caminos para que la mente humana encuentre mas y mas respuestas a lo desconocido; dando apertura a la creación de máquinas que ayuden a sustentar encuentros con elementos que auxilien el desarrollo, sise puede decir: “del hombre en su afán de conseguir más, sigue perforando la tierra”.
El paso de muchos años las investigaciones geocientíficas han presentado la formación de apenas unas decenas de metros debajo de nuestros pies. Hasta ahora, se sabe que la necesidad de seguir excavando se encuentra en el interés académico de continuar descubriendo toda información que permita explotar los recursos de nuestro planeta, de manera más razonable o de manera más sofisticada, enfrentando situaciones peligrosas.
La fisonomía de la tierra es tan inmensa, que llevará descubriendo y utilizando sus recursos en mucho tiempo. Estos recursos razonablemente manejados llevará al hombre a desarrollar increíbles métodos estructurales de supervivencia, o desarrollará sorprendentemente métodos de destrucción para sí mismo; y todo esto enfrentando desafíos tan peligrosos que en algunos casos tomará vidas humanas.
Perforar tiene un costo muy alto. Un costo monetario muy alto y un costo emocional personal para cada ingeniero que enfrente cada situación. Al igual que la ingeniería mecánica avanza con maquinarias sofisticadas, el negocio de perforar es hoy en día una participación organizada mundialmente, pues los grandes avances en maquinaria traerá más progreso al desarrollo del mundo en su afán de obtener, explorar, explotar el mundo subterráneo.
Pues bien, el desarrollo descendiente depende de ingenieros capacitados académicamente y emocionalmente para continuar con las labores que hasta ahora se ha mostrado. Es conciencia del hombre el aprovechamiento de los recursos que la profundidades nos den, y es riesgo y peligro lo que ellas sean capaces de darnos.
Navas M. German
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